
Fue unos días después del segundo cumpleaños de mi hijo. El día empezó, apresurado como el que más y tarde como el que más. Hacía todo lo posible por llegar a la oficina a las 9 de la mañana. No acababa de dominar el arte de compaginar el trabajo y la paternidad (¿alguna vez lo hacemos? Tal vez sea una q...